‘Pútiper’ y una nueva consciencia
Después de la angustia que me produjo sufrir en vivo y en directo el terremoto de México y encontrarme, de pronto, con que el camino de mi vida llegaba a su fin con varios tramos todavía sin pavimentar, me vine a esta ciudad a reencontrarme con Nicolás y Thomas, viejos amigos con los que siempre nos divertimos en sana paz, dedicados a dos cosas que nos gustan mucho: el análisis astrológico y el diseño y construcción de aviones ultralivianos.
Desde el miércoles pasado -día siguiente al terremoto-, al levantarme y al acostarme hago consciente el hecho de que puedo respirar, de que aún existo y de que debo aprovechar todos los instantes que me queden para estar lo más cerca posible de mis seres queridos y escucharlos, comprenderlos, ayudarlos, amarlos y darles el mejor ejemplo que me sea posible.
Esa consciencia de estar vivo, de que el tiempo que me quede puede ser poquito, me impulsa a querer disfrutarlo al máximo, a liberarme de cuanta banalidad contenga y a simplificar mi manera de vivir. Ese tiempo no puede irse en alimentar la intrascendencia del ego, tampoco en exhibir orgullos ni en seguir mansamente mandamientos divinos o profanos que desde siempre solo han buscado el dominio de los hombres por la fuerza y por el miedo.
Puedo asegurarles que no es el miedo a morir el que me lleva a esta nueva forma de ver y de sentir la vida sino el dolor de partir sin haber vivido conscientemente, lo que es lo mismo a no haber vivido.
Son varias más las implicaciones de despertar esta consciencia del vivir. Entre ellas están el haber vuelto a soñar nuevos y viejos sueños que se habían quedado dormidos en el automatismo de la vida y la motivación que se siente para imaginar nuevos escenarios y emociones en nuestra vida. Sin embargo, esta última propiedad, que tenía en abundancia, la había perdido casi sin darme cuenta.
Por fortuna, estoy con Nicolás y Thomas y ellos acaban de devolverme esta capacidad. Con Nico hemos construido dos aviones en los que innovamos ampliamente, además de que con uno de ellos batimos la marca de vuelo que impusimos el año pasado.
Thomas escuchó mi teoría sobre la influencia de Saturno, el planeta de los karmas, en los terremotos y huracanes recientes. Preocupado, sacó de su portafolio una lámina donde había dibujado repetidamente a Saturno y señalándola con firmeza, dijo varias veces: ‘No es Saturno, es Pútiper’.
Su estrategia es que donde esté Saturno veamos a Júpiter, para que las ondas negativas que genera el malo del paseo sean reemplazadas por todo lo bueno que siempre trae el dios de los cielos. ¡Una jugada propia de una imaginación brillante!
Nicolás, que va para cuatro años y es un duro en construir aviones de papel, y Thomas que va para dos y ya reconoce los planetas a su manera, me devolvieron en dos días que llevó con ellos, la imaginación, la alegría, la esperanza y la consciencia de estar viviendo una vida maravillosa
Fort Lauderdale, septiembre 24 de 2017
Lindo comentario, felicitaciones por la esperanza de vida realizada en Nicolas y Thomas.
Jairo, con esas experiencias y esos expertos asesores que tiene, llegará renovado a deleitarnos con sus escritos.
Linda palbra la de Thomas… “Pútiper”, me produce mucha risa
La naturaleza siempre nos da lecciones de vida, cuando se viven esos momentos difíciles despierta en nosotros la necesidad de ver diferente, pensar o iniciar nuevas metas…..Me fascina la astrología y se como actúa toda la energía en todo.
Que bienvenido ese despertar de conviencia de vivir ese presente aqui y ahora y como utilizarlo al maximo..
Nicoterapia es real,y tommyterapia es complemento del mayor y el menor,
Hermosas palabras que me Han conmovido.
LA NATURALEZA NOS COBRA
La naturaleza nos cobra cada día
el desafuero con ella cometido,
la vivimos ultrajando de por vida
y el humano aún no ha comprendido.
La contaminación a diario nos invade
y el deterioro doquiera es reprochable,
los humanos ni entienden ni lo saben
que el daño cometido es incurable.
Las basuras lanzamos a las calles
y los árboles talamos sin clemencia,
el gobierno se cree irreprochable
y ante ello esquiva su presencia.
La minería explotada al por mayor
hoy a los ríos le lanzan su veneno,
la autoridad no ejerce ese control
para que este problema tenga freno.
La naturaleza nos cobra los desmanes
que por doquiera vivimos cometiendo,
con tsunamis, temblores y huracanes
su inconformidad nos vive transmitiendo.
Acabamos la flora y la cambiamos
por ladrillos, por tejas y cemento,
la naturaleza nos cobra a los humanos
los errores mostrándonos siniestros.
El hombre toma el lecho de los ríos
para construir en ellos su morada,
y los ríos mirándolos perdidos
se devuelven al sitio que ocupaban.
Los estragos del tiempo son producto
del maltrato que damos a Natura,
ella siempre nos cobra el exabrupto
que doquiera comete una criatura.
Hugo Fernelly González González