MI ÚNICA ESPERANZA
“No fue fácil, pero hoy sabemos que representamos una fuerza diferente, la fuerza de la esperanza“, es un trino más del candidato Sergio Fajardo que nos deja pasmados a quienes tratamos de interpretar lo que los candidatos ofrecen.
Los filósofos orientales, a diferencia del candidato a la presidencia Sergio Fajardo, nos recalcan en todos los tonos y maneras posibles, que el verdadero vivir es en el presente, es estar simple y totalmente en el momento, desprendido de los sueños, deseos, de los sucesos pasados y de las ansiedades futuras.
Vivir es estar en el presente, en la realidad, sin esperanza, porque “Vivir sin esperanza significa que el presente es tan enormemente hermoso que, ¿a quién le importa el futuro? ¿Quién querría preocuparse por él? No es que uno viva en la desesperanza y en la desesperación, sino que uno está tan lleno en el presente que no le queda espacio para pensar en el futuro.”
Quien vive apegado a una esperanza, no vive en realidad, porque siempre estará pendiente de su cumplimiento y normalmente pasa que la muerte llega antes de lograrlo. Entonces, al final, será una vida de insatisfacciones, de aplazamientos, de mañanas que nunca llegan. Vivir sin esperanza, dice Osho, “significa vivir aquí, ahora, sabiendo que no hay mañana; siempre es el día de hoy. Es tan alegre que uno no piensa en el pasado y tampoco piensa en el futuro”.
En Internet encontré un escrito de Juan Carlos Bujanda, en el que comenta sobre la versión de la mitología griega que cuenta que Prometeo, luego de crear a los hombres, encerró en una caja todas las calamidades de la tierra para proteger su creación. Sin embargo, Pandora, la mujer que Vulcano hizo de barro para obedecer a la venganza de Zeus, abrió la caja que contenía dolores, vicios, odios y rencores, envidias, locura, envejecimiento, compulsiones, miedos, etc.
A pesar de esto, la esperanza quedó dentro de la caja, pues Prometeo la había dejado muy bien asegurada. Y aquí viene la pregunta: ¿Por qué razón, si lo que quería era la armonía de los hombres, y entre ellos, se aseguró de dejar la esperanza encerrada? La respuesta, dice Bujanda, es simple: “Prometeo puso la esperanza dentro de la caja porque la consideraba una calamidad, incluso quizás la peor de todas”.
“La #CoaliciónColombia no es fruto del azar, detrás hay un esfuerzo por construir, desde la diferencia, la mejor propuesta para el país. No fue fácil, pero hoy sabemos que representamos una fuerza diferente, la fuerza de la esperanza“, es un trino más del candidato Sergio Fajardo que nos deja pasmados a quienes tratamos de interpretar lo que los candidatos ofrecen.
Si esperanza viene de ´sperare´, esperar, ¿entonces Fajardo nos quiere comunicar que en su grupo son unos duros para esperar? ¿Esperar, qué? ¿O nosotros somos los que debemos esperar y, en este caso, de nuevo, esperar qué?
Lo único, tal vez, que es deseable del equipo de Fajardo, es la unión al de Gustavo Petro, este sí jugándose día a día, minuto a minuto, por un cambio en el fondo y la forma de esta Colombia tan golpeada por un sinfín de fuerzas siniestras que desde siempre han mal ejercido el poder y que pretenden, esta vez, hasta eliminar para siempre la posibilidad de un cambio real en el país.
¡Esta es mi única esperanza!
Bucaramanga, abril 13 de 2018
Fajardo, como buen matemático, tal vez sea a veces un poco confuso para explicar sus ideas, pero en lo práctico es contundente.
Gustavo Petro es el candidato a la presidencia más consistente, debido a que sus bases políticas están fundidas con el acero de la congruencia y la determinación. Su actitud ha demostrado donde quiera que ha brillado su protagonismo, que su afán es hacer que la decencia política tome las riendas del Estado. La criminalidad está resentida debido a que este candidato es el que más se ve y más se siente como opción nacida de la necesidad de ponerle fin a la desvergüenza institucional que envuelve a criminales testaferros que se prestan a la luz del día y sin la menor vergüenza como puente o pasadizo fácil del hampa hacia el solio de Bolívar. El momento no es para fanatismos; el momento es para la razón y, si la despreciamos, podría ser la última oportunidad para impedir el golpe final a nuestra esperanza de una sociedad sensata, altiva y orgullosa, capaz de recibir los nuevos tiempos con la madurez que los mismos demandan.
El que espera, desespera, y esperando se queda oía decir cuando estaba chiquito y, de verdad, Fajardo es demasiado confuso, indefinido. De todos me impresiona solo Petro que mientras todo el mundo habla cháchara, él camina y llena todas las plazas. Así no gane, el precedente es muy serio… pero, así como va, puede ganar.