“Los tramposos, los bandidos, no están en el poder porque llegaron allá y se lo tomaron. Están, y seguirán allí, porque tenemos un pueblo mayoritariamente corrupto que los elige vendiéndose por monedas …”

Mi decisión sobre votar o no la Consulta Anticorrupción, ha estado francamente tambaleante. Y no porque dude de la importancia de los temas allí contemplados ni de la legalidad del largo y tortuoso proceso o porque me duela el alto costo de este evento que ya nos tiene ad portas de conocer el resultado de este singular llamado a la ciudadanía.

Si fuéramos serios, si este fuera un país de personas medianamente inteligentes que usaran su arsenal neuronal para buscar el bien, su propio bien y el de sus conciudadanos, esta consulta jamás habría sido necesaria, porque a nadie, nunca, se le habría ocurrido organizarla. En las sociedades sanas, dignas, en los Estados que buscan evolucionar, el robo, la apropiación de los bienes públicos, la injusticia, la falta de transparencia, el enriquecimiento indebido, son los actos o delitos que más se persiguen y duramente se castigan porque afectan negativamente a todo el conjunto social.

De manera que el simple hecho de llamar a los ciudadanos a votar si queremos o no que nos sigan robando, indica que las cosas andan muy mal. Nos muestra, para empezar, que los tres poderes del Estado, ejecutivo, legislativo y judicial, están comprometidos hasta los tuétanos con la corrupción y, de ganar la consulta, ¿quién nos garantiza que lo aprobado va a ser cumplido si son ellos, precisamente ellos, los campeones de la corrupción, los que deben disponer lo necesario para que tanta belleza tenga efecto? ¡Francamente no creo en esto!

Los mayores estafadores, los que están en el poder basados en el engaño, los que compran, venden, roban y acomodan todo para su beneficio personal, han estado sin asco ninguno haciendo campaña en contra de la consulta, lo que quiere decir que están, descaradamente, favoreciendo la continuidad del estado corrupto de cosas.

Esto, en ellos, es normal, porque son como una banda de ladrones que no quiere molestias a la hora de sus asaltos y tienen cómo y con qué hacer que eso no pase, pero, lo peor, es que los que resultan robados, unos porque admiran a sus bandidos y otros porque ni les importa que los roben, ya están haciéndoles eco en todas sus mentiras para que la consulta no pase.

Miren, anualmente perdemos más de 9 billones de pesos por este flagelo y en encuestas serias realizadas a los empresarios, casi el 90% de ellos confiesan haber tenido que pagar coimas para funcionar. ¿Y saben por quién votan estos dolidos empresarios? ¿Están seguros de que votarán favorablemente la consulta? ¿Vieron cómo en la campaña presidencial obligaban a sus empleados a votar por los que los roban a ambos?

Los tramposos, los bandidos, no están en el poder porque llegaron allá y se lo tomaron. Están, y seguirán allí, porque tenemos un pueblo mayoritariamente corrupto que los elige vendiéndose por monedas, por puestos de trabajo a dos meses, por ignorancia, por miedo a perder lo que ya les robaron hace muchos años y por la pérfida manipulación de los medios de comunicación, que son empresas muy rentables cuando de mentir para causar pánico se trata.

Pienso que los organizadores de la Consulta se quedaron cortos pues no veo nada que pueda impedir la compraventa de votos, que es la génesis de la corrupción. De modo que, ganando o perdiendo, seguiremos cada vez peor, razón por la cual aún no sé si votar o no este domingo. ¿Ustedes qué opinan? ¡Se aceptan sugerencias!

Bucaramanga, agosto 21 de 2018