“Así Dios exista o no exista, usted ya está condenado a vivir la eternidad de nalgas contra el fondo enardecido de la paila infernal, vejete, para que sufra, nada más, porque nunca va a aprender lo que es humanidad.”

Y usted, ¿cómo fue capaz, vejete, de mirar el fondo de los ojos de los desarrapados para embaucarlos y esquilmarlos y así lubricar su lascivo bolsillo sin fondo haciéndose a lo que no le pertenece?

Conozco su desprecio despreciable, vejete. Su ego mugriento y opulento, borracho de sí mismo; lo he visto envenenado con su propia lengua viperina y mustia con la que presume y engaña a los ingenuos, mientras suma a su cauda de leprosa moral a los pérfidos y los hipócritas que lo soportan para recoger su migaja porque su descomunal ambición nunca siente colmadas sus arcas llenas de míseros caudales, de billetes harapientos y almas desleídas por la mediocridad y la lujuria materialista.

Así Dios exista o no exista, usted ya está condenado a vivir la eternidad de nalgas contra el fondo enardecido de la paila infernal, vejete, para que sufra, nada más, porque nunca va a aprender lo que es humanidad. Usted se pasó esta vida mirando al otro con su espíritu carcomido por la miseria que le aparece cuando mira su reflejo.

Debería irse de una vez por todas a las ciénagas, vejete, a hundir allá sus pezuñas para que su nombre no vuelva a escribirse, ni pronunciarse luego de embestir con su testa vacua contra toda decencia, contra lo que nos queda de personas, contra la poca racionalidad que esta tierra permite y hasta contra la poca fe que nos queda a los que sí tenemos alma.

Váyase para la porra, vejete, con sus pretensiones de pensador y de gran señor. Usted, que balbucea la filosofía, en realidad es una piltrafa intelectual, una mueca ridícula del más fútil pensamiento, un entuerto venido a más por aprovecharse siempre de los más pendejos. Su retórica histérica y séptica es la expresión exacta de su mentalidad fascista y cavernícola. Ábrase del parche de una vez por todas, no queremos respirar más la hediondez que sale de su basurero.

Su lengua magra, su mano abusiva, su moral de pacotilla, su mirada torva, todo el bochorno de su presencia, vejete, sobra en esta casa, que no es su casa, es nuestra casa, la misma que usted está destruyendo con su indecencia, su vulgaridad y su pequeñez.

Bucaramanga, noviembre 29 de 2018