Nuestra Bucaramanga del alma
Separarse unos días de la tierrita sirve para observar las cosas con otra perspectiva. Esto es lo que me pasa hoy, miro a Bucaramanga de lejos, tan distante, que en la estela del tiempo alcanzo a ver su pasado, ese tiempo maravilloso de una ciudad que sentía mía en cada calle, en cada esquina, en cada parque, y en cada uno de los incontables acacios cargados de chicharras que cada tarde alegraban con su canto mi regreso a casa.
Bucaramanga era mía y, también, de cada uno de los que la habitábamos. En la mayoría de sus calles y avenidas había prados y jardines que las señoras cuidaban con dedicación admirable para que sus casas, sus cuadras y sus barrios se vieran limpios y bonitos. No faltaban cayenos ni rosales y las mariposas danzaban agradecidas en ese edén que se les dio para vivir.
En ese ambiente, la cordialidad, la solidaridad, la amistad y el respeto, se daban silvestres como el amor, que curioso e inocente asomaba en las tardes por las ventanas y florecía apenas al entrar la noche. Bucaramanga era muy agradable y quienes nos visitaban se llevaban tan buena impresión que pasaron a llamarla, con justa razón, “La ciudad más cordial de Colombia”. Poco después, y también con pleno acierto, recibió el título de “La ciudad bonita”.
Aparte de cordial y bonita, Bucaramanga tuvo funcionarios públicos ejemplares que innovaron y dieron ejemplo en varias áreas. La ciudad fue la primera en Colombia en tener mujeres para hacer el barrido de las calles y la que implementó la cremación de cadáveres, lo que causó fuerte polémica, pero terminó por imponerse en el país. El tránsito de vehículos fue durante muchos años ejemplo nacional y la seriedad y responsabilidad en el manejo del registro vehicular era tan notoria que los carros con placa de Bucaramanga eran los más cotizados del país.
No sé en qué momento perdimos el rumbo, pero ésta que he descrito es la ciudad que hoy veo con profunda nostalgia y que me dio todo en la vida, la que me enseñó mis primeras letras, el valor de la honradez, de la franqueza, de la solidaridad; esta ciudad, su universidad, la UIS, me formó en lo técnico, en lo científico y en lo humano; aquí aprendí a amar y fue cuna, cobijo y cielo infinito para mis hijos.
Siento que somos muchos los que queremos y esperamos que Bucaramanga siga siendo ella, la única, la auténtica, hermosa y pujante ciudad que es nuestro hogar, nuestro sitio en el mundo. No necesitamos convertirla en otra cosa, no tenemos por qué ni para qué abandonar lo que es ni lo que somos.
Nosotros llevamos en nuestros genes el ADN de Bucaramanga, que es también el de nuestros ancestros, gente buena, trabajadora y honrada, que entregaron sus vidas para prodigarnos este pedacito de tierra en el que vivimos. Por ellos y para que nuestros hijos y nietos puedan, si quieren o necesitan, habitar este mismo espacio, es que nunca estarán de más nuestros desvelos, nuestras luchas y nuestras voces que, de una u otra forma, debemos lograr que sean oídas.
Debemos cambiar la táctica y hay que pulir la estrategia porque no podemos seguir haciendo lo mismo y esperar a que las cosas mejoren. Tenemos, cada uno de nosotros, que asumir un compromiso mayor y más tangible en lo que se refiere a lo público, a lo social y a lo político porque, si no lo hacemos, esta degradación que hoy sufrimos no tendrá forma de recomponerse. Sobre lo que se debe hacer, se oyen propuestas…
Ciudad de México, septiembre 15 de 2017
Hola Jairo.Cordial saludo en la distancia………..Esta columna me sorprendio de manera muy especial…..Estoy acostumbrado a su espiritu critico e inconforme propio de un verdadero doliente…..Estando hoy mismo cumpliendo 21 años-8 meses y 19 dias de haber salido pensionado de una empresa estatal,,,(Enero 1 de 1.996)……….tiempo en que me he dedicado con cuerpo mente y alma y por amor a la patria,,a investigar ,observar,estudiar y analizar el fenomeno socio-cultura de la transofrmacion negativa y e involutiva que ha sufrido …nuestra ciudad en los ultimos 40 años ……..y esperando pacientemente y con desesperanza que otro ciudadano Bumangues se identificara con mi dolor y preocupacion por la suerte presente ,futura y critica de ………..Estoy realmente asombrado del grado de indolencia,indiferencia y falta de sentido de pertenencia que caracteriza nuestra ciudad en este momento historico y critico del mundo,del pais y de la ciudad…….Poseo suficiente informacion que puede servir como elementos de juicio para la elaboracion de un disgnostico real y causistico como lo amerita la situacion………..Tal vez y en razon a mi total espiritu de independencia de cualquier grupo politico-economico-social-cultural-religioso-o ambiental,…..sea tomado como un defecto para encontrar aproximaciones ideologicas e idealistas…..Espero,Jairo,cuando regrese al pais,,podamos reunirnos…Estare pendiente..Cordial abrazo….
Perfecto, Jorge, queda pendiente esa reunión y muchas gracias por ese noble interés suyo
Jairo. Yo como Bumangués de pura sepa siento también nostalgia de mi Bucaramanga del alma como lo diría un comentarista deportivo. De esa Bucaramanga como bien lo recuerdas de las chicharras y de los sarrapios añado yo. La Bucaramanga de los años 50 donde uno encontraba en el parque de los niños un frondoso árbol de pomarrosas. La Bucaramanga de los teatros como el Garnica, el Libertador, el Colombia, el Real con sus funciones de matinee y vespertina dobles. La Bucaramanga de la Heladería Tropical en la 27. De la Heladería la Bastilla en la cra. 24 con 22, La oferta gastronómica aunque no era tan variada como hoy en día, como no recordar la fabulosa yuca frita con ají donde Mateo en fin los recuerdos se agolpan pero la senectud tiende un manto de bruma sobre estos. Gracias por invitarnos a tan gratos recuerdos
Hermosos recuerdos, Gonzalo. Esos sarrapios, en la parte alta del parque San Pío, desplegaban un aroma que me quedó grabado para siempre, además de que tenían un exquisito sabor.
Bucaramanga, entonces, era una ciudad muy amable y acogedora, perdida hoy entre moles de concreto, humo, congestión vial, falta de autoridad y sin ningún sentido de pertenencia por la gran mayoría de quenes la habitan.
Comentario de Héctor Navas H., enviado a mi correo: crotatas@yahoo.com :
Excelente escrito sobre nuestra Bucaramanga y que sin saber cómo y quienes nos la quieren cambiar y llevarla a perder sus cosas bellas que nos hacen quererla, recordarla y sufrir por su estado actual, donde se perdió la ética, la honestidad, el compromiso y la responsabilidad por mantenerla en el sitial que nuestros antepasados nos la dejaron.
Gracias por ese amor por nuestra ciudad y por mantenernos al tanto de sus escritos que ya no leemos en la Vanguardia pero si nos llega por este medio, de nuevo Gracias y siempre hacia adelante.
Nosotros LOS ADOPTADOS, sentimos lo mismo. Y nos duele aún más.- No tenemos ciudad pariente.!!!
Comentario hecho en mi cuenta de Facebook por Nikol Arciniegas:
Alcalde hg corrupto comiendo a manteles con los ladrones del pueblo; demostrando que sí era de la misma manguala
Comentario hecho en mi cuenta de Facebook por Yaneira Cuadros…
Y ya están transformándola, _El Parque de los Niños- ya dejó de ser de los niños. Ahora es el parque cargadero de perros. Allí ni ancianos , jóvenes o niños pueden ni pasar porque los zapatos limpian toda la mda, que dejan los zurrones de canchosos mimados, por los dueños cochinos, irresponsables y desconsiderados con los que pretenden visitar el parque.
Un CAI, quedaría muy bien en el lugar para cuidarlo de los ladrones e imponer multas a esos irresponsables dueños de perros que incumplen el código de policía al respecto como el de el animal llevar puesto el bozal , y el encargado la bolsa y la pala para recoger el excremento y si les provoca ponerlo de adorno en la casa y no causarle daño a los vecinos y demás personas que tratan de pasar por ese mierdero que es ahora el otrora Parque de los Niños.
Aqui se tenía sentido de pertenencia y la gente era honesta y frentera pero todo eso es historia desde que las elecciones se volvieron negocio. Ahora el que manda no lo hace por honor ni por la comunidad sino por el y por aumentar su riqueza.
Bucaramanga ha cambiado dramáticamente desde que me fui. Recuerdo cuando estudiaba en el Instituto Caldas y no había nada más que pasto alrededor. De hecho hasta ahora empezaban a construir el puente La Flora, que atravezaba a pie con frecuencia, yendo del cole a Conucos, otro sitio en el que pasé innumerables días de mi adolescencia. Había sólo dos centros comerciales: cuarta etapa y Cañaveral. Durante mis años de universidad construyeron La Quinta, La Florida, el Éxito de la flora y urbanizaron impresionantemente Bucaramanga y Floridablanca. Recuerdo cuando desde la ventana de mi cuarto en La Sexta, Cañaveral, veía Ruitoque con sus parapentistas y un bosque ahí al frente, llenito de chicharras. Construyeron mi Facultad de Medicina UNAB y la FCV. Pero al lado de la Ardila Lulle, aun había ese parqueadero gigante descubierto. Cuando me casé y me vine a USA, hace 10 años, mi ciudad bonita había crecido bastante ya pero aún conservando su identidad. De ahí en adelante, y hoy en día, es irreconocible. El paisaje de casas, parques y montañas se ha reemplazado por montones de edificios. Me impresiona cómo puede haber tanto cliente para tantos centros comerciales. Las vías no le cuadran a una ciudad tan llena de comercio y gente. Ir de Cañaveral a Bucaramanga es un suplicio. El transporte público ya no lo comprendo. Hay tabtos carros que no se cómo la ciudad no colapsa. El aire es contaminado y las vías están vueltas nada. Le queda la amabilidad de su gente y lo trabajadora de esta raza. Me siento afortunada de haber disfrutado a cabalidad de la Bucaramanga de antes, que ya sólo existe en mi memoria y en mi corazón.
Pues, Don Jairo, a esa ciudad de la que habla yo también la veo muy, pero muy lejos, y eso que estoy aquí mismo sentado, “junto a su Parque Romero”. Fue muy bonita esta ciudad y muy amable. Lástima de este desastre y esta vergüenza que es hoy.