ATENTADO MILITAR
“Lo justo es decir que fueron ellos, los mismos militares, quienes desde hace mucho tiempo se igualaron a los peores delincuentes, masacrando pueblos enteros y despojando a campesinos a lo largo y ancho del país”
El odio, la histeria, el resentimiento, la intolerancia, el prejuicio, la tergiversación, la injuria, la calumnia, la mentira despiadada, son, entre otras calamidades del espíritu, la manera de ser y de actuar del uribismo, una doctrina pecaminosa que parece alimentarse de su propia carroña para crecer y hacerse cada día más peligrosa y sórdida.
A esta secta pertenecen casi todos los miembros del Cuerpo de Oficiales de la Reserva Activa de las Fuerzas Militares y Policía Nacional (espero alguno no lo sea), que salieron encorbatados a distorsionar la propuesta de Gustavo Petro de acabar con el servicio militar obligatorio y que el ejército profesional y la policía paguen la educación superior de todos sus integrantes quienes, como no tienen más oportunidad, “terminan buscando puesto en la Policía o el Ejército”.
Se quejan, estos exoficiales, porque Petro compara a policías y miembros del glorioso ejército nacional con delincuentes, lo cual no es cierto, y se indignan hasta sus corruptas médulas porque propone para sus esclavos, los miembros de las tropas, mayor educación. Callan, eso sí, sobre los escándalos y robos, como el que hicieron por 15 mil millones de pesos, que estaban destinados a raciones y material de intendencia de sus propios soldados profesionales, a los que ahora les dio por defender.
Tampoco dicen ni pío, estos honorables pensionados, sobre los más de cuatro mil jóvenes que ordenaron recoger para asesinarlos, vestirlos de guerrilleros y entregar sus cadáveres para gloria del presidente Uribe, ganar putrefactos ascensos y llenar de honor sus propios bolsillos.
Son tan falsos que hablan de dignidad y honor cuando hay más de 5,700 militares investigados por la Fiscalía General de la Nación, no propiamente por haberse ido a recoger café, y la fiscalía de la Corte Penal Internacional tiene en la mira a 29 generales y coroneles, por ejecuciones extrajudiciales. Entre estos últimos están el ex comandante de las Fuerzas Militares, general Juan Pablo Rodríguez Barragán, y otros tres que le antecedieron en el cargo: los generales (r) Mario Montoya, Jaime Lasprilla y Óscar González.
Gustavo Petro, en ninguna parte de su discurso, equiparó a los militares con los delincuentes. Lo justo es decir que fueron ellos, los mismos militares, quienes desde hace mucho tiempo se igualaron a los peores delincuentes, masacrando pueblos enteros y despojando a campesinos a lo largo y ancho del país, entre otros muchos crímenes.
El problema real, que esconden tras esta cortina de humo los ´héroes´ de la patria, es que si Petro es presidente la Jurisdicción Especial para la Paz seguirá su camino y muchas verdades se van a conocer. Esto no les conviene porque todos veremos que sus galones los llenaron con agua de los ríos de sangre que ayudaron a formar y porque sus soles no iluminarán otra cosa distinta a los crímenes que cometieron, empezando por su Comandante Supremo.
Estos ´héroes´ están muertos de pánico porque la verdad empieza a esclarecerse y hacen todo lo que sus enfermas almas les sugieren para evitarlo. Si pensaran, actuaran y desearan lo mejor, en lugar de mentir sobre Petro resaltarían lo que es de su competencia: que durante su gobierno logró el mayor índice de seguridad en la historia de Bogotá.
Como dijo un tuitero: “nunca en una alcaldía habían muerto menos policías y patrulleros que en la Bogotá Humana; la política de la vida es amor, amor a que dejen de morir, cosa que a ustedes les vale hue…”
Bucaramanga, abril 20 de 2018
DE ACUERDO TOTALALMENTE JAIRO