“Para los seguidores de la camorra, es peor que Petro se ponga unos zapatos a que Sarmiento Angulo, patrocinador y beneficiario de todos los gobiernos corruptos, les robe lo que han ahorrado en unas pensiones que nunca tendrán”

En Colombia tenemos una cultura muy particular y nefasta. Existen compatriotas que juran ser los mejores ciudadanos, aman a sus hijos y nietos, aparentan no tener un mal pensamiento, cuidan con esmero las migajas conseguidas durante su vida y van a misa, a pedir el cielo, como recompensa. Si uno los ve por la calle, parecen santos y, si el día no tiene tanta luz, es probable verles sobre la cabeza unos aritos luminosos.

Sin embargo, muchas de estas virginales mujeres y de aquellos beatíficos hombres, admiran, respetan, siguen y bendicen a los corruptos, a los bandidos, a los violadores y a los asesinos, así los irrespetados, los robados, los violados y los asesinados hayan sido ellos, sus parientes, sus vecinos o cualquier ilustre desconocido. Es una cultura que admira al mafioso, que siente protección del que tiene los hígados para matar, que se rinde ante quien le puede ofrecer un mísero puesto en cualquier empresa, así tenga que pagarle una comisión y aceptar dulcemente, y quedarle debiendo, cuando se lo quita.

Esta cultura es la que permite que personas como Iván Duque, un desconocido que por sí mismo escasamente llegaría a la Fiscalía por mentiroso, pueda convertirse en presidente de la República. Todos saben que, si lo logra, quien presidirá a Colombia será el innombrable, el acusado por varios cientos de delitos que no pueden investigarse porque todos le tienen miedo, porque la justicia está tan corrompida como ÉL o porque, cuando algún proceso avanza, los testigos extrañamente mueren asesinados.

A los colombianos inmersos en esta cultura mafiosa no les importa que al jefe de debate de Duque, Luis Alfredo Ramos, le hayan recetado sentencia condenatoria por apoyar a los asesinos paramilitares, ni que el títere del innombrable tenga en sus huestes al corrupto ex procurador Ordóñez y, ahora, a Vivian Morales la penosa perseguidora de todos los compatriotas que nacieron sexualmente como a ella no le gusta.

A estos colombianos de bien les preocupa más que otro candidato presidencial use unos zapatos de marca que solamente ellos pueden comprar, que los millones de desplazados, que los cientos de miles asesinados y que todas las tierras que se han robado el titiritero de Duque, sus amigos y benefactores.

Para ellos, para los seguidores de la camorra, es peor que Petro se ponga unos zapatos a que Sarmiento Angulo, patrocinador y beneficiario de todos los gobiernos corruptos, les robe lo que han ahorrado en unas pensiones que nunca tendrán. 220 billones han recaudado los fondos privados de pensiones: Porvenir (Sarmiento Angulo) y Protección (GEA), y sólo tienen 124 mil pensionados, de 14 millones de cotizantes.

Además, les tiene sin cuidado que el GEA (Grupo Empresarial Antioqueño) que había patrocinado la camiseta verde de Fajardo, le haya retirado su apoyo, en favor de Duque, porque no quieren arriesgarse a perder con Petro (Aquí las nobles razones del GEA para retirarle el apoyo a Fajardo)

Como esta cultura del hampa solo aprueba a los bandidos y no acepta el cambio positivo que se daría con Petro, les dejo, para su satisfacción y regocijo, el link de una columna que se titula “Petro acabó con Bogotá”. Tal vez, después de leerla, tengan razones de peso para apoyar a sus corruptos queridos y no al que, manadas de locos por todo el país, siguen como si fuera el antídoto para todos nuestros males (Aquí la columna)

Bucaramanga, mayo 04 de 2018