¿CÓMO HACER QUE AMANEZCA?
“Y la muerte, el despojo, como les sucedió a los abuelos, seguirá porque vivimos en un Estado sin Dios ni ley, porque formamos parte de una sociedad indolente hacia la necesidad y el dolor de los semejantes..”
En lo que a mi existencia se refiere, nunca había sentido una oscuridad, una noche tan negra como la que ahora se cierne sobre mi triste patria colombiana. Podría pensar, para hacerle un esguince a este pesar tan hondo, en la vieja frase que les oía a los abuelos cuando intentaban darse ánimo para no sucumbir ante tantas injusticias y adversidades como les tocó vivir. Ellos, con toda la esperanza que aún les quedaba, pero que cada noche se achicaba más y más hasta que desapareció por completo, decían: “ánimo, ánimo, que cuando la noche es más oscura es porque está cerca el amanecer”.
Sin embargo, para ellos, campesinos buenos, nacidos entre las montañas, siempre guiados por el sol e iluminados por la luna, sin más ambición que recoger y vender el producto de la siembra que con tanto esfuerzo e ilusión hacían en su tierrita, nunca hubo otro amanecer. Tuvieron que huir de noche dejando atrás sus pocas pertenencias, su sabiduría natural, sus vidas y sus almas.
Nunca había sentido tanto su historia, jamás pude imaginar su dolor, sus angustias, sus tristezas, como hoy que soy yo mismo quien las vivo en la persecución, las amenazas y las muertes de los campesinos más pobres a lo largo y ancho del país. En los últimos diez días han asesinado a 29 de ellos por el ´delito´ de pensar diferente, de ayudar a sus comunidades y de querer hacer que amanezca sin pedirle permiso a nadie. Son 29 familias más que quedaron a la deriva, decenas de niños condenados a jamás ver el sol y que no le importan a casi nadie, como tampoco importa quiénes fueron los criminales que cegaron sus sueños, si es que compatriotas de estos tienen algún derecho a soñar.
Y la muerte, el despojo, como les sucedió a los abuelos, seguirá porque vivimos en un Estado sin Dios ni ley, porque formamos parte de una sociedad indolente hacia la necesidad y el dolor de los semejantes, donde, además, las personas supuestamente más preparadas e informadas utilizan su saber para apoyar lo siniestro a cambio de un mísero beneficio individual ya sea propio o de terceros.
No amanecerá en Colombia hasta que el asesinato de un pobre, o de un rico, o de cualquier persona, deje de ser muestra de poder y regocijo de algunos y se convierta en lo que realmente es: un crimen abyecto que debe ser repudiado por los seres humanos que habitamos este espacio y que sea castigado con prontitud y severidad. No saldrá el sol sobre nuestros campos hasta que los que han alabado y bendecido a corruptos y criminales entiendan que son tan responsables de las desgracias y las muertes, como quienes las ejecutan.
Entiendo, como nunca antes, a mis abuelos. Ahora sé, y siento, su dolor, su tristeza, sus largos silencios, sus ojos húmedos sin razón aparente que cerraban para que yo no los viera y que son, ahora, como los míos que oculto a mis hijos y nietos porque yo tampoco sé cómo hacer que amanezca.
Bucaramanga, julio 06 de 2018
a mi también, esa capacidad de obstruir y destruir, me apachurra